Estudiante UVEG comparte su experiencia como voluntaria en una montaña italiana.
Mis 15 días de voluntariado en Italia
Estudiante UVEG comparte su experiencia como voluntaria en una montaña italiana
Ha llegado la hora, mis días en Italia iniciaron con un largo viaje, el primero de mi vida en un avión. Llevo en la memoria las expresiones de asombro de aquellos que me han visto crecer, que me aman y hoy me ven emprender el vuelo. Esa despedida en la central de autobuses me remarcó la angustia de mi madre, el agobio de mi padre y el gusto de mis hermanos: su hija se iba a Italia (nunca me habían persignado tantas veces) “Voy a estar bien mamá, sí me portaré bien".
Todo el camino repasé tantas frases en italiano como se me venían a la cabeza, no estaba segura si preocuparme por el llanto de mi madre, la incertidumbre del idioma, o porque en realidad no sabía mucho sobre el lugar al que iba. ¿Me iré a perder?
¿De veras no me iré a perder? Italia me recibió imponente, el idioma es muy veloz (nada qué ver con mis prácticas escolares), mi inglés mezclado con el italiano y descubrí que el francés también hubiera sido útil.
El workcamp (campo de trabajo en Italia) tenía para mí múltiples sorpresas reservadas: está ubicado en una zona montañosa en medio de la isla de Sardegna (aunque en español se dice Serdeña, por la gramática italiana que transforma la “gn” en “ñ”). Llegar hasta allá implicó una hora de un emocionante viajecito en tren (algo enteramente diferente a lo que estoy acostumbrada), después siguió una hora más en autobús y otros 20 minutos en carro (nada cerca de la civilización). Rematé con mi primera caminata cuesta arriba de la montaña, literalmente escalé con mi maleta y dimensioné entonces de lo que el voluntariado se trataría: caminar todo el santo día.

Mi primer gran sorpresa fue sentirme familiarizada con el clima: ni frío, ni caliente, más bien muy mexicano, nada húmedo como lo había pensado. El campamento está mimetizado con el medio ambiente, nada invasivo, todo natural, somos nosotros quienes se adaptan y cumplimos con el estricto requisito de llevar productos 100% orgánicos (shampoo, pasta de dientes, papel higiénico….todo era amigable con el medio ambiente). Una de mis primeras interacciones sociales fue con unas chicas francesas, asombradas por la existencia del shampoo de chile, seguramente pensaron que era el secreto para mantener mi larga cabellera.
Bélgica, Alemania, Japón, Italia, Francia y México convivían con el objetivo de cumplir con la misión de Lunaria, asociación sin fines de lucro que desde 1992 promueve trabajos de voluntariado internacional, trabajan fieles a su misión de promover la paz, la justicia social y económica, la igualdad y la garantía de los derechos de ciudadanía, la inclusión social y el diálogo intercultural.
Estoy infinitamente agradecida porque me eligieron por mi perfil enfocado al trabajo social en mi comunidad, todos allí compartíamos la visión del mutuo apoyo, tal vez por eso resultó fácil integrarnos (coincidimos Ana y yo, una chica leonesa que se convirtió en mi compañera y amiga dentro del workcamp).
A pesar de las enormes diferencias en edades (yo era de las mayores), idiomas múltiples y lo cansado de las jornadas al final del día nos sentábamos alrededor de una fogata, tuvimos la oportunidad de compartir canciones y hablar sobre nuestros lugares de origen, fue muy padre que cada vez que preguntaban sobre un país éramos las mexicanas las que más teníamos qué decir, sobre todo en el tema de la comida, muy popular por su variedad.
Me encantó saber que el español es un idioma bastante estudiado por otras culturas, les encanta escucharlo, es complejo y difícil para ellos pero resulta que la mayoría tenían bases de nuestro idioma (recuerdo a un francés cantando entusiasmado “la cucarracha, la cucarracha”. -Pero no se dice así, Mohamed, se pronuncia suave mira: “cucaracha”. Sentí que me faltó el sombrero de mariachi porque todos nos ubicaban por esa música.
Otro detalle que me hizo sentir orgullosa fue cuando platicando con Yuki, japonés de 18 años se sorprendió sobremanera cuando dije que estudié en línea, todo completamente por computadora sin profesores presenciales y no por eso me sentí sola. Me reconoció el esfuerzo y para él resultaba impresionante que estuviera tan preparada habiendo estudiando “desde mi casa” según lo veía él.

Me llevo en el corazón las caminatas para recolectar moras, cortarlas era todo un ritual, pero comerlas como desayuno era riquísimo.
El agua que bebíamos provenía directa de la montaña, de una pureza singular y una frescura que nunca olvidaré (aunque cargarla de regreso era bastante pesado). Sentí que no era necesario el gimnasio con un estilo de vida como ese, todos hicimos mucha pierna, escalábamos y caminábamos kilómetros en una actividad en pro de la montaña llamada: "clean the path” (limpia el camino), que hacía más fácil el acceso a los visitantes.
Extrañé mucho la comida de mi casa, básicamente me alimenté de pastas y de vez en cuando carne, tuve frío los primeros días, pero la gente que conocí, el contacto con la naturaleza, los tiempos de reflexión literalmente en medio de la montaña y el cielo tan estallado que nos acompañaba de noche conforman la que es ahora una de las más entrañables experiencias de mi vida.
Nuevamente gracias al programa Manos por el Mundo, Vive México - EDUCAFIN por la gestión que me permitió llegar hasta allá, gracias UVEG por el respaldo y la ayuda recibidos, gracias a mis compañeros estudiantes y ex estudiantes de UVEG que me llenaron de cálidos mensajes y compartieron conmigo la alegría durante mi estancia (no en la montaña por supuesto porque allá no tenía señal). Gracias a mi familia, quienes pese a su temor se llenaron el pecho de orgullo y me dejaron extender mis alas.

A todos aquellos que me lean, que estén estudiando o pensando en hacerlo, quisiera transmitirles un mensaje: aprovechen las oportunidades, quítense el miedo a conocer algo nuevo, (aunque sea demasiado nuevo) los sueños sí se alcanzan y se hacen realidad.
Tutto il lavoro nell worcamp, il posto, la città di Cagliari, e tutti i miei nuovi amici sono alco che sempre vado a salvare nel mio cuore, era un’ esperienza che ha cambiamento la mia vita… un sogno si avvera. In la mia mente solo ha una cosa: ritornare di nuovo a italia, mi fascino il paese.
Todo el trabajo en el workcamp, el lugar, la ciudad de Cagliari, y todos mis nuevos amigos son algo que siempre voy a guardar en mi corazón, fue una experiencia que ha cambiado mi vida…un sueño hecho realidad. En mi mente sólo hay una cosa: regresaré de nuevo a Italia, ¡me fascinó el país!